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lunes, 13 de octubre de 2008

Capta la luz

La Joven de la Perla

Hacía tiempo que un libro no me captaba así. Francamente. Y con hacía tiempo me refiero a vacaciones con Cumbres Borrascosas y a antes de que empezaran con La Larga Marcha y Cinco Horas con Mario.

Por espacio de 18 horas y 53 minutos he estado más que completamente absorbida. Ayer, siendo día lectivo, empecé el libro a las doce de la noche, esperando leerme cincuenta páginas y antes de y media apagar la luz. Pasadas tres horas tuve que obligarme a mí misma a cerrar el libro porque veía las páginas en rojo. Leí doscientas páginas del tirón, y al llegar a casa he leído las otras cien restantes.

La Joven de la Perla cuenta la historia sobre cómo se pintó ese cuadro de Vermeer y a quién representaba. Griet es una joven de dieciséis años que por la precaria situación de su familia se ve obligada a trabajar de criada en la casa de Vermeer. Y Griet no es la típica criada, ni Vermeer el típico señor.



S-P-O-I-L-E-R-S

Me ha encantado. Todo. En general. Me encanta la historia, no se me ha hecho pesada en ningún momento. Al principio no sabes qué esperarte, pero siempre me ha gustado cuando se describen tareas cotidianas, me hacen sentir una especie de familiaridad y conexión con el libro. Aunque la verdad es que empieza a gustarme más después de la muerte de Agnes, cuando Griet conoce a Pieter. Pieter nunca me ha caído mal, es tan simple que creo que no puede caerle mal a nadie. No simple como personaje, si no como persona. A Pieter le gusta Griet y quiere casarse con ella, punto y final. Por eso quiere arrimar cebolleta y llevarse bien con sus padres, porque la considera su futura esposa.

Me gusta también el personaje de Maria Thins, la astuta mujer, y al principio me caía bien Tannake, aunque luego ya empieza a cansarme. Nunca he llegado a empatizar con Catharina y su hija Cornelia. La una era una pusilánime con afán de conejo, la otra más mala y retorcida que el demonio mismo. Me alegré de cada una de las bofetadas que se lleva.

Pero, sin lugar a dudas, mi personaje preferido es Griet. Los años que tiene, la forma de comportarse... la hacían casi tangible. Me gusta la forma que tiene de ignorar a Pieter, de tenerle ahí solo porque le obligan y adoro cuando empieza a moler los colores para Vermeer. Vermeer... qué gran personaje también. Me lo imagino mirándola con una mirada cansada desde el marco de la puerta (tan sepsy él... *¬*). Es que están hechos el uno para el otro. Para estar juntos de esa forma no sé si "platónica", pero tan etérea sí. En el fondo ambos dos se necesitan con locura, pero no necesitan llegar a las manos para demostrarlo. Cuando Griet se va al callejón con Pieter porque quiere desfogarse con él todo lo que Vermeer le ha hecho sentir con solo mirarle el pelo me parece sentir toda la fuerza de lo que de verdad siente por él. Griet es un personaje complejísimo y sorprendente, con esa madurez, esa fuerza por vivir y esa actitud que de práctica se aleja del mundo. Ella ve más allá, igual que Vermeer.

Y el final... pues pasó lo que tenía que pasar. La parte en la que Catharina descubre el cuadro me pareció un poco "oh, ¿en serio se dio cuenta de su existencia? Yo creía que lo más seguro era que Van Ruijven, el hijo de [%&%&] que se dedicaba a meterle mano a Griet se lo llevaría antes y lo escondería en una alacena". Pero el final en general me ha gustado. Hubiera sido estúpido que Vermeer y ella hubieran acabado juntos. En el fondo Griet tampoco acaba con tan mala vida. Pieter no le desagrada del todo y ella parecía no tener muchas expectativas.

F-I-N-S-P-O-I-L-E-R-S


Creo que me ha gustado por el concepto de destino y de amor platónico. Ese concepto de que no todos los amores están hechos para ir de la manita por el parque y acariciarse la campanilla, ese concepto de que el destino actúa de por libre, y no todo tiene por qué acabar junto o perfecto. Esa represión más que por el qué dirán o la imposibilidad, por libre elección. Ahora parece que toda película, todo libro, todo tiene que acabar con ellos dos juntos. Todo el amor se trata en decirse cuánto se quieren y me remito sin ir más lejos a Amanecer, el cuál acaba de salir.

¿Por qué? ¿Por qué un amor consumado va a ser más grande que uno nunca formulado? ¿Por qué solo aquellas personas que han salido con otras muchas veces se sienten autorizadas a hablar del amor como si conocieran cada uno de sus rincones? No, no me gusta el amor de ahora. Prefiero el amor de antes. O quizá no de antes, quizá también el amor proscrito. Aquel que no llega a buen puerto porque nunca ha podido naufragar.



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